Entrevista a Barnabé Laye: «Mi ambición, mi deseo más querido, es escribir exitosamente una poesía que sea accesible a todos»
Por: Mario Pera
Nacido en Porto-Novo, Benín, el poeta Barnabé Laye se trasladó siendo muy joven a la ciudad de los grandes escritores, París. Estando en Francia inició sus estudios de Medicina, sin dejar de lado su pasión por la poesía, la que lo llevó a publicar, en 1981, su primer poemario, Nostalgie des jours qui passent. En 2010, tendràs el premio de poesía Emile Nelligan por su obra poética.
Su vocación literaria no se ha restringido al género poético, pues se ha dedicado con igual ahínco a la escritura de novelas como Une femme dans la lumière de l’aube (1988), Mangalor (1989) por el que obtuvo el Gran Premio literario de los Hospitales de Paris 1990, o L’adieu au père (1999), las que lo ubican como uno de los escritores en lengua francesa de mayor interés.
El poeta Laye es, además, un sibarita y un asiduo cocinero, muy preocupado por lograr la perfección en la elaboración de sus platillos. La pasión por este otro arte, el culinario, lo ha llevado a unirlo con su otra pasión, la literatura, hecho que lo llevó a publicar, en 2011, La cuisine africaine et antillaise. Tout un poème.
Hace un tiempo se jubiló como médico para dedicarse de lleno a la elaboración de su obra poética y narrativa, habiendo sido esta traducida al inglés, portugués y español.
El poeta Barnabé Laye visitará nuestro país en los próximos meses, hecho que será motivo para conocer más sobre esté importante poeta beninés y su obra lírica.
En esta entrevista, Laye comparte algunas de sus opiniones y recuerdos en sus inicios literarios.
1. Estimado Barnabé, ¿cómo te vinculas con la literatura y con la poesía? Estudiaste medicina y has trabajado como médico hasta hace poco tiempo. ¿El leer, escribir poesía, es algo a lo que te impulsaron tus padres, algún profesor, o fue una búsqueda propia lo que te llevó a la literatura?
En realidad, en el principio estaba la poesía. Insidiosamente ingresó en la vida del adolescente tan sensible que era yo como una compañera, una confidente. También era algo que calma, alivia y conforta. Confié mis problemas a los poemas, mis tristezas, mi malestar, pero también mis alegrías y momentos de felicidad.
Fue mi padre quien me transmitió el gusto y amor de la lengua francesa. Él hablaba un francés «delicioso», lleno de finura y elegancia, donde no había lugar para errores gramaticales. Él tenía un gran respeto por las palabras. Entonces, empecé a escribir pequeños poemas desde que tenía 13 o 14 años, poemas que no mostré a nadie, que protegí de los ojos de los adultos. Era mi privacidad.
Hacia el final de la secundaria, le dije a mi padre que iba a ser escritor. Él rascó su cabeza pensativamente por un momento y luego me dijo: «sabes, hijo mío, ese no es un trabajo para un hombre negro; ese no es un trabajo para nosotros. ¿Por qué no haces el mismo trabajo que tu tío materno? Él es médico; cambia su auto cada dos años y tiene a la mujer más bella del país».
El último punto me convenció totalmente. Sería un médico como mi tío. Continuaría escribiendo mis poemas lejos de los ojos indiscretos.
2. Naciste en Benín y emigraste de joven a Francia, donde seguiste tus estudios universitarios, desarrollaste tu carrera literaria y donde vives hasta ahora. ¿Qué tan presentes están esos primeros años de tu vida en Porto-Novo, tus primeros recuerdos y experiencias? Asimismo, ¿fue fuerte para ti el “choque cultural”, el empezar una nueva vida lejos de tu país natal?
Cuando nací Porto-Novo, mi ciudad natal, tenía apenas 10.000 habitantes. Hoy en día es una metrópoli de más de 1 millón de personas. También era la capital de la Colonia francesa llamada Dahomey (que más tarde se convirtió en Benín). Así que era un país bajo la administración francesa, con escuelas y colegios como en Francia, así con una currícula escolar y exámenes como la francesa. En esa época, casi todos se conocían entre sí en la ciudad.
La educación de los niños era un asunto no sólo de los padres sino también de otros adultos, primos, sobrinos, tías, tíos, amigos de la familia... Siempre había alguien para recordarte el buen comportamiento, y también para felicitarte si eras el primero en la clase. No había televisión, ni videojuegos. Los programas de radio eran emitidos unas horas en el día.
A los 12 años, asistí a la Casa de la cultura y a la gran biblioteca en donde me fueron accesibles mis primeros libros. A menudo iba a leer el mismo libro: Cahier d’un retour au pays natal de Aimé Césaire. No entendía el significado de la mitad de las palabras. Leer ese libro era una delicia, un libro escrito por un hombre negro que podría haber sido mi hermano mayor o mi padre.
También me había empapado de la África tradicional, su cultura, sus rituales y el sonido melodioso de las lenguas vernaculares. Una vida delimitada por fiestas, bodas, celebraciones de todo tipo, con vigilias e historias cantadas de los griots... Tuve la oportunidad de conocer esa África, auténtica, no «contaminada» por la omnipresencia de la cultura anglosajona y cientos de programas de televisión.
Así es como me volví rico... rico de ambas culturas, francesa y africana. ¿Es eso lo que escribo? ¿Es para compartir con los demás? En África se dice que un hombre verdaderamente rico es aquel que comparte, que da mucho a los demás.
El choque cultural lo experimenté a mi llegada a Francia. De repente descubrí lo que significa ser un hombre negro: las miradas fijas, los prejuicios y el estúpido sentido de superioridad subyacente que algunos sienten, un latente pero penetrante racismo. También descubrí la ignorancia de la mayoría de la gente sobre los países que formaban parte del Imperio colonial francés.
Afortunadamente, tuve la oportunidad de conocer a hombres y mujeres maravillosos que ahora son mis amigos más cercanos y con quienes comparto una hermandad abierta. En mi trabajo en el hospital, estuve abrumado: ¡tantos buenos recuerdos con personas de todos los orígenes y condiciones que encontré!
3. En tu poesía se nota el trabajo incansable con la palabra, un intento permanente por encontrar nuevos significados a las palabras, lograr el ritmo en el poema y la chispa constante en el lector. Estas son algunas características pero, ¿cuáles son los temas centrales que te interesa desarrollar en tu poesía? ¿Piensas en cada poemario como una unidad, o tienes una idea de obra completa en la que todos tus poemarios están relacionados entre sí?
Me considero a mí mismo un trabajador incansable en el servicio de palabras. Mi poesía es una de las palabras habladas, se dirige al lector, le habla. Cada poemario cuenta una historia. Cada vez es una parte de mí mismo. Una parte integral de un todo. Siempre es un puente entre el hombre que soy, el lector que soy y todos los lectores u oyentes de todas las procedencias. Al final, me gustaría la emoción de vivir en ellos porque, en definitiva, se relaciona a la humanidad.
4. Sobre tu modo de creación poética, ¿prefieres que la inspiración llegue a ti, o crees más en el trabajo permanente y estructurado para darle forma a tu obra? ¿Cómo llega la inspiración a ti?
Es muy complejo. A veces la inspiración viene cuando no me lo espero. Eso es genial. Tengo que anotarlo inmediatamente, sino se pierde para siempre. A veces me levanto por la noche para tomar notas, si espero a la mañana para hacerlo: ¡todo se ha ido!
Dicho esto, creo en la virtud del trabajo. Una idea o tema ha «madurado» por un tiempo en tu mente. Te sientas en tu escritorio y comienzas a escribir y, repentinamente, estás atrapado y todo va con fluidez. Pero a veces, la inspiración sólo no está ahí. Tienes que seguir trabajando sin descanso.
Dejo que mis textos «descansen» por un tiempo antes de afinarlos. El descanso puede ser corto (unos días) o más largo (varios años).
5. Eres un poeta reconocido, pero también has escrito varias novelas y ensayos. Te has enfrentado a las diferencias en cuanto a la forma de expresarte como autor, artista, en esos géneros literarios. ¿Qué es lo que más te gusta de cada uno? ¿Por qué vuelves siempre a la poesía?
Mi ambición, mi deseo más querido, es escribir exitosamente una poesía que sea accesible a todos, incluso a un niño de diez años. Que todo el mundo pueda disfrutar leyendo mis palabras o escuchándolas. Que cualquiera pueda apropiarse del poema, porque estas son las palabras que ellos podrían haber dicho, compartiendo la misma emoción.
¿Entonces la novela? Durante mucho tiempo pensé que era un complemento a los poemas, como una explicación textual con el deseo de pasar más tiempo con el lector. Contándole una historia uno a uno. La música es importante para mí: no puedo escribir una novela si no he encontrado su música, el tono que está presente a través de todo el texto. Concedo gran importancia al sabor de las palabras, los sonidos y a la asonancia.
Sin embargo, hay una unidad fundamental entre todos mis libros. Siempre es el mismo puente el que construyo, incluso si cambian los materiales.
6. En 2011 publicaste un libro de cocina titulado La cuisine africaine et antillaise. Tout un poème. En este libro describes a la culinaria como un arte relacionado a un acto de comunicación, como lo es la poesía. Uniste a la poesía con la culinaria. ¿En qué se basa esa relación tan íntima que encuentras entre el arte de cocinar y el arte del poema? ¿Hay una reciprocidad entre lo que expresa una comida y lo que expresa un poema? ¿Has probado la comida peruana?
Es cierto, escribí ese libro de cocina. Se trata de un libro importante para mí. Me encanta cocinar. Es un arte efímero que dura el tiempo de degustación y disfrute. Para hacer buena comida tienes que amar a las personas; tienes que amar a aquellos que vienen a sentarse a tu mesa.
El poeta Paul Valéry dijo: «Literatura, cocina, son lo mismo: debes completar el plato, no debes olvidar nada».
Cocinar es, ciertamente, una acto esencial de comunicación entre un hombre y una mujer que puede generar una «poética de la relación» entre ellos. Un acto de comunicación dentro de la familia o en los círculos de negocios. No podemos decir lo suficiente de la sublime belleza del romance durante una cena privada iluminada por velas.
Aún no he probado la comida peruana. Pero tengo todas las intenciones de probarla y llevar un libro de cocina del Perú en mi equipaje.
7. Así como hay médicos de cabecera, existen libros de cabecera. ¿tienes algún o algunos libros de cabecera, o algún libro o autor en particular al que vuelves siempre? ¿Existe algún libro que te hubiera gustado escribir?
En cuanto a literatura mis gustos son muy eclécticos. Con el tiempo me he dado cuenta de que he leo a un montón de escritoras. Como libros de cabecera ideales para leer y releer, enumeraría:
- L'Amant, 1984, de Marguerite Duras.
- Cien años de soledad, 1965, de Gabriel García Márquez.
- Cahier d'un retour au pays natal, 1939, de Aimé Césaire.
- Seta, 1996, de Alessandro Baricco.
- Poesía completa, de Senghor.
- Poesía completa, de Saint-John Perse.
¿El libro que quisiera haber escrito? Para la poesía, diría sin dudarlo, Cahier d'un retour au pays natal, de Césaire. En cuanto a la novela, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.
8. Vas a participar como poeta invitado al II Festival Internacional de Poesía de Lima (II FIP Lima). Antes has participado en otros festivales de poesía, pero ¿qué expectativa tienes de este festival tan lejos de tu país, es primera vez que vienes al Perú? ¿Conoces algo de la poesía peruana?
Estoy muy feliz de llegar a Lima para participar en el II Festival Internacional de Poesía, invitado por mi amigo Renato Sandoval y la Embajada de Francia en Lima. Les doy las gracias desde el fondo de mi corazón.
Esta será la primera vez que vaya al Perú. Esta es la segunda vez que estaré en América Latina. En 2003, fui a Porto Alegre, Brasil, durante el lanzamiento de mi novela Une Femme dans la lumière de l’aube en portugués brasileño.
Saludo a la extraordinaria vitalidad de la literatura peruana, especialmente desde hace dos décadas. Durante los últimos quince años, los escritores de Perú han sido honrados con prestigiosos y principales premios internacionales.
Entre los principales autores de Perú, tengo un especial cariño a César Vallejo, que vivió en París y estudió Medicina como yo (pero renunció). El discurso fúnebre de su muerte, en 1938, fue hecho por Louis Aragon. También conozco a José María Eguren, el gran innovador de la poesía peruana. También está José Watanabe (que pensé al principio que era un... escritor japonés). Obviamente, dejo para el final, al Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, reconocido internacionalmente.
9. Finalmente, estimado Barnabé ¿quisieras añadir algo más? ¿Contarnos algo de algún nuevo proyecto de publicación?
Sí, si me permites. Saludo a todos los poetas peruanos y a todos aquellos que trabajan para el éxito del Segundo Festival Internacional de Poesía de Lima.
Mi próximo libro de poesía se titula: La saison des métamorphoses (‘La estación de la metamorfosis’).
Muchas gracias.
Biodata
Barnabé Laye. Porto-Novo – Benín, 1941. Ha publicado en poesía: Nostalgie des jours qui passent (1981), Les sentiers de liberté (1986), Comme un signe dans la nuit (1986), Requiem Pour Un Pays Assassiné (1999), Poèmes à l’Absente (2010), Une si longue attente (2010) y Par temps de doute et d’immobile silence (2012); en novela: Une femme dans la lumière de l’aube (1988), Mangalor (1999), L’adieu au père (1999) y Les champs de canne à sucre (en edición); y en ensayo: Guide de la sagesse africaine (1999) y La cuisine africaine et antillaise. Tout un poème (2011).