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El poeta mexicano Benjamín Valdivia

Entrevista a Benjamín Valdivia: «escribo siempre con la libre intuición de un ciego desnudo»

Publicado: 2013-05-06

Por: Mario Pera

Filósofo de profesión, el poeta de origen mexicano Benjamín Valdivia se ha posicionado como una de las más interesantes voces poéticas contemporáneas en México, lo que ha logrado a través de la publicación de más de veinte poemarios en los que aborda distintas temáticas, desde que publicara, en 1983, su primer poemario Esta redonda palabra.

No obstante, la obra literaria de Valdivia es más amplia puesto que también ha incursionado con singular éxito en la narrativa, a través de la publicación de novelas como El pelícano verde (1989), La deuda (1997) o El Tira Guajardo (2009), las que le han granjeado un mayor reconocimiento como narrador.

Así también se ha dedicado a la dramaturgia con obras como Luna de hojalata (1996), El tesoro casi perdido (1998) y Las claves de Eurídice (2001). Su producción ensayística es de igual valía y profusión, habiendo publicado ensayos como Indagación de lo poético (1993), Presencia del sueño. Cinco poetas de México hacia el nuevo siglo: Huerta, Rivas, Cross, Hernández y Morábito (2003), Tres visitas a Baudelaire (2010) o Eros y quimeras. Visiones sobre Nerval, Sade, Paz y otros (2010).

Dentro de esta gran cantidad de publicaciones, el poeta Valdivia se ha dado tiempo, además, para traducir la poesía de importantes autores mundiales como Camões, Ciorán, Klossowski, Camus, Hesse, Pessanha, Tzara entre otros.

Su obra literaria lo ha hecho merecedor de varios premios, entre los que destacan el Premio Poesía Joven en México (1979), Poesía Punto de Partida (1982), Premio Nacional de Dramaturgia Francisco J. Múgica (1986), Premio Internacional de Ensayo Ludwig von Mises de Panamá (1987), Premio Internacional de Ensayo Centenario de Gabriela Mistral de Chile (1989), Premio Nacional de Poesía Amado Nervo (1991), Premio Internacional de Poesía Publius Vergilius Marone de Italia (2003). Su poesía ha sido traducida a distintos idiomas como el inglés, portugués, italiano, árabe, alemán, francés y ruso.

Resulta interesante poder conocer las opiniones y comentarios del poeta Valdivia, reflexiones en relación a su historia como escritor y a su oficio como poeta.

Horaciones, poemario publicado por Valdivia en 2011

1. Benjamín, ¿por qué elegiste la literatura, la poesía? ¿Fue algo a lo que te impulsaron tus padres, algún profesor, o un camino personal?

En la infancia, cuando uno nada sabe, la literatura surgió como un destino todavía invisible: en casa había un diccionario, despastado y mustio, un tomo que en mis manos infantiles se advertía de tamaño monumental. Le faltaban las primeras páginas y otras tantas aquí y allá, páginas vencidas por la ocasión y el transcurso. Un día tuve el impulso de completar un faltante del diccionario. Un poema con título de “La pájara”.

Esa experiencia primordial, tal vez a los ocho años, se extravió luego en el andar de los relojes y nada dijo de las palabras hasta que en la secundaria, rondando los catorce, escribí un cuento por una exigencia escolar. Allí si tuve plena conciencia de facturar una pieza literaria, con sus componentes de imaginación, trama, personajes, estructura. Pero no fue sino hasta que, como dice Yupanqui, “el amor me hizo señas”, que pude sentir en el pecho esa imperiosa incrustación del sentir que no nos absuelve si no es a fuerza de palabras: decirlo desde las profundidades con vocablos por siempre insuficientes. Esa persecución de la abigarrada densidad de lo sutil, es lo que me empuja desde entonces a este abismo de la poesía, en el que más me hundo y más alto me aprecio.

Entonces, puedo decir que la poesía me eligió, aunque primero buscó el camino fácil del diccionario paterno, la obligación impuesta por la profesora y el uso de una luz personal.

Primera novela de Valdivia, El pelícano verde (1989)

2. Tu padre tenía un taller de imprenta. ¿Visitabas de niño o joven ese taller? ¿Aprendiste de él la labor de hacer libros en físico?

La imprenta, el gran logro de la modernidad, tenía un lugar en casa, donde estaba el taller. Jugué muchas veces con los tipos móviles para edificar pequeñas fortalezas de plomo. En generaciones anteriores, la familia ocasionalmente tuvo la ocupación de impresor. Sin embargo, aunque me dio la familiaridad necesaria con la página impresa, no vino de allí mi oficio de editor, sino que provino por caminos de las nuevas tecnologías. Los primeros libros que fabriqué eran ya con rudimentos informáticos y con reproducción electrónica, en los años ochenta.

El taller de imprenta en casa incluía el grabado, principal modo expresivo de mi padre y mi hermano; pero yo me orienté más por la letra. Aunque estudié a conciencia la distribución de las cajas para levantar los tipos, jamás fui un impresor de plomo, y sí uno de formas digitales.

Además de diversas revistas, dirigí la colección de poesía “Mar sin orillas”, de Silencio Editorial, que se fabricaba artesanalmente y sólo incluía libros totalmente inéditos. Luego fui coordinador editorial en la Universidad de Guanajuato, en una oficina de mayores recursos y alcances. Y, finalmente, llegué al proyecto de Azafrán y Cinabrio ediciones, ya con toda la formalidad de una empresa con amplio registro poético y cultural.

La pasión por formar el orden físico de los libros me ha dado satisfacciones que no existen en otra parte.

Dos antologías de la poesía de Valdivia, Hablar en lenguas. Poemas traducidos en ocho idiomas (2006) e Interpretar la luz. Poesía reunida 1983-2005 (2010)

3. Eres filósofo de profesión. ¿De qué manera se complementan, si es que lo hacen, tu poesía con tus estudios en filosofía? ¿Hay puntos en los que convergen?

La filosofía académica me parece una enfermedad del intelecto cuando aboga por su sola supremacía. En cambio, cuando la filosofía se abre al problema del ser como vida, como vivencia diaria, como experiencia humana, es la guía excelente para que la poesía tenga, además del furor de sus alturas, una razón con la cual situarse y conducir.

En trechos de destino, mi búsqueda filosófica ha tocado la poesía o se le ha impuesto; en otros lapsos, quizás más felices, la poesía se ha desbordado más allá de donde se pudiera imaginar la filosofía.

No obstante, debo reconocer que no es en la poesía, sino en la comprensión de lo poético, donde la filosofía se ha mostrado generosa, útil, y hasta sapiente.

En todo caso, creo que la separación de filosofía y poesía es un artificio fabricado por los filósofos que no alcanzan a tocar la lava de las palabras.

Obra de teatro, El tesoro casi perdido (1998)

4. La obra de varios poetas mexicanos como Octavio Paz o José Gorostiza entre otros, ha dejado huella en la poesía de autores de generaciones posteriores. ¿Tu poesía también se ha visto influenciada por la obra de estos? ¿Qué poetas de tu país son los que te han marcado más?

Octavio Paz es ya, para tirios o troyanos, un referente infaltable, tal vez incalculable. En México, país de vanguardias exiguas y breves, hay un potente rastro de tradición. Octavio Paz supo entrar en la tradición y pisar un poco más adelante. Esa actitud, más que su poesía misma, es lo que me influye: ¿quién no quisiera dar un paso más allá de la tradición? No un paso lateral mediante la descentración del pasado, sino un auténtico paso hacia adelante en una tradición que, finalmente, se revuelca siempre sobre sí misma. En ese sentido, Manuel José Othón o Carlos Pellicer serían nombres que me entusiasman.

Pero confesaré que las influencias que acepto provienen más de otras tradiciones, debidas a mi empeño por los idiomas. Nerval y Baudelaire, Bretón y Tzara resuenan más en mi poesía, desde su órbita francesa, que autores mexicanos. Lo mismo sucede con Shakespeare, Poe, Stephen Crane, Yeats, Cummings, Stevens o Bukowski. O bien con Heine, Novalis, Hölderlin o Trakl, en alemán. Y así. La poesía zen, la canción popular... En fin, al absorber terriblemente la multiplicidad de las tradiciones se espera que algo distinto ha de surgir algún día.

El poeta en una presentación de libros

5. Respecto a tu labor en la creación. ¿Delimitas, trazas una ruta para cada poemario? ¿Prefieres un trabajo estructurado o tu creación se da de modo libre?

Mi obra es consciente, a plenitud. Aunque escribo siempre con la libre intuición de un ciego desnudo, la dirección hacia la que transito es cada vez una senda delimitada. Es como andar al azar y con medios diversos pero sin saltar los límites de un horizonte posible.

Con esa consideración a la vista, jamás intervengo cuando el poema está en ascuas y en su trance de configuración. Pero una vez comprendida la ruta, es el poema el que debe integrarse a sus hermanos sin hacerlos avergonzarse demasiado.

Dos libros míos pueden no parecerse entre sí: su divergencia es tal que pudiera hablar allí otro poeta. Eso me gusta: que el poeta sea otro en cada proyecto de expresión. ¿Para qué insistir en lo mismo, ya sea que haya quedado bien o que haya sido un desastre? En el primer caso, sería una reiteración sin sentido; en el otro, sería una inutilidad de los esfuerzos.

Crear hasta que los límites se ensanchen; inventar e intentar caminos en los que la libertad sea el modo de caminar y el proyecto sea el camino.

Me agrada la definición de esta tarea tal como la dice Desiderio Macías Silva:

Si las untan

de cárceles.

Y a través

de las grietas

las fogatas

todas

se toman

de manos,

y también

las paredes

y los barrotes

arden,

esto es poesía.

Ensayo Sentidos digitales y entornos meta-artísticos (2009)

6. ¿Estás familiarizado con la poesía peruana? ¿Hay algún o algunos poetas peruanos que sean tu principal interés?

La poesía peruana me ha interesado en el concierto de la patria latinoamericana. Y he pasado felices tiempos con autores de la vasta tradición peruana como Palma, Arguedas o Santos Chocano. Desde luego el imprescindible César Vallejo, que es influencia universal. Blanca Varela y, en especial, Antonio Cisneros. Eielson. Otros poetas también, como César Moro, el malogrado Manuel Scorza, Westphalen, Germán Belli, Sologuren y Alejandro Romualdo.

De los poetas peruanos equivalentes a mi generación o más jóvenes conozco bastantes, pero no se ha definido todavía el sentido último de sus obras. Sigo observando.

La poesía peruana, al igual que la mexicana, marca uno de los rumbos más dilatados para entender la sensibilidad de nuestras naciones en el subcontinente.

Inscripciones en la piedra, poemario del 2004

7. En 1979 ganaste el Premio Poeta Joven de México y, en 1980, el Premio Punto de Partida. Además de estos, has ganado otros varios premios en y fuera de tu país y has recibido becas por tu obra poética. ¿De qué modo han influido los premios y las becas en tu obra?

Los premios, como todas las formas de la prostitución, te dejan dinero y, ocasionalmente, placer. En principio pensé, como se supone que debería ser, concursar para que se diera a conocer mi poesía. El efecto no pudo ser más inesperado, pues he recibido bastantes distinciones poéticas, pero sólo en contadas oportunidades se ha publicado la obra ganadora. Eso a diferencia de la novela, género en el que he tenido publicación extensa y más difundida.

Sin embargo, jamás he escrito algún poema con fines de lucro o reconocimiento. Para mí el poema es un bastión sagrado que se origina en el fuego y no da cabida a trampa alguna. Ahora bien, una vez que el poema —o en mi caso, el libro poético— ha encontrado su forma final, entonces puede ser susceptible de buscar su camino para merecer algún premio.

Un premio literario recibido sin el tremendo y altísimo espíritu al que nos compromete la poesía sería, como a veces pasa, un desorden del alma que ha volteado a ver la plata de la materia y ha renunciado al oro del espíritu.

El tira Guajardo (2009), última novela de Benjamín Valdivia

8. Has sido invitado al II Festival Internacional de Poesía de Lima. ¿Es la primera vez que visitarás el Perú? ¿Qué expectativas tienes de este festival?

Aunque he participado en festivales y encuentros, es la primera vez que estaré en Perú, zona de intercambio, zona marítima y astronómica en el que los estratos de la poesía cumplen la misión centenaria de resguardar lo antiguo y propiciar lo nuevo. Qué mejor que una iniciativa feliz en un lugar de resonancias magnéticas e históricas como Perú.

Benjamín Valdivia en la cátedra Dolores Castro 2012. Foto: Germán Treviño

9. Finalmente, Benjamín, ¿estás trabajando algún proyecto literario? ¿Algo que quieras añadir?

Siempre hay un proyecto literario pulsando en las arterias. Siempre queda la esperanza de que el poema próximo verá despuntar un alba mágica. Al menos eso nos gusta pensar desde la noche fatigosa que forma las horas sin poesía.

Añadiré, no obstante, que la dicha de vivir eclipsa cualquier aspiración en el ámbito de la cultura.

Biodata

Benjamín Valdivia. Aguascalientes – México, 1960. Ha publicado en poesía: Esta redonda palabra (1983), El juego del tiempo (1985), Demasiada tarde (1987), Otro espejo de la noche (1988), Combates de lo efímero (1989), Los nombres de la tarde (1994), Paseante solitario (1997), Mandato del día (1999), Los ojos del espejo (2000), Cantos prohibidos (2000), Itinerario de espuma (2000), Llegar desde la tierra (2000), Inscripciones en la piedra (2004), Paisajes transparentes (2005), Hablar en lenguas. Poemas traducidos en ocho idiomas (2006), Sembradora de maravillas (2010), Interpretar la luz. Poesía reunida 1983-2005 (2010), Horaciones (2011), Ojos ceremoniales (2011), Nuevos Himnos a la Noche (2011), Todas las cosas (2012) y Unas fotografías (2013); en narrativa: El pelícano verde (1989), La deuda (1997) y El Tira Guajardo (2009); en ensayo: El camino del fuego. Ensayos de poesía guanajuatense (1991), Indagación de lo poético (1993), Breviario del unicornio (1998), Ensayos sobre el otro pensamiento (2002), Presencia del sueño. Cinco poetas de México hacia el nuevo siglo: Huerta, Rivas, Cross, Hernández y Morábito (2003), Senderos de un publicista. Diálogos con la obra de Eulalio Ferrer (2005), Los objetos meta-artísticos y otros ensayos sobre la sensibilidad contemporánea (2007), Yo mismo y otros ensayos sobre percepción y literatura (2008), Sentidos digitales y entornos meta-artísticos (2009), Tres visitas a Baudelaire (2010), Eros y quimeras. Visiones sobre Nerval, Sade, Paz y otros (2010), Filosofía del suicida y otros ensayos sobre sensación y libertad (2011) y Con las líneas en la mano (2013); en teatro: Luna de hojalata (1996), El tesoro casi perdido (1998) y Las claves de Eurídice (2001) y otros: Historia de la literatura guanajuatense (2000).


Escrito por

FIP Lima

El FipLima es el evento de poesía más importante del Perú y uno de los más grandes de Latinoamérica.


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