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Entrevista a Piedad Bonnett

«Considero la poesía peruana una de las mejores de América, y me precio de conocerla muy bien»

Publicado: 2013-06-03

Por: Mario Pera


La poeta colombiana Piedad Bonnett es una de las voces más importantes de la poesía latinoamericana contemporánea. Se licenció en filosofía y letras en la Universidad de los Andes en donde, además, es catedrática de Literatura en la facultad de Artes y Humanidades. Tras ello, concluyó estudios de maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño en la Universidad Nacional de Colombia

     Su poesía la ha hecho merecedora de varios premios entre los que destacan el Premio Nacional de Poesía de Colombia (1994) y el Premio Casa de América de poesía americana (2011); siendo también traducida al inglés, griego, sueco, francés e italiano. Su participación en festivales y encuentros de poesía es vasta: Morelia (México), Medellín (Colombia), Rosario (Argentina) y Granada y Córdoba (España), son sólo algunos de los países que ha visitado. El año pasado, 2012, recibió el premio de poesía Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval en el marco del XIV Encuentro de Poetas del Mundo Latino, en Ciudad de México y Aguascalientes, por su aporte a la lengua castellana.

     Su trabajo poético inició con la publicación, en 1989, de De Círculo y Ceniza, poemario al que le siguieron otros importantes como El hilo de los días (1995), Es animal triste (1996) o Explicaciones no pedidas (2011).

     Sin embargo, su trabajo literario no sólo se ha ceñido a lo poético, sino que se ha desarrollado en otros géneros literarios como la novela, publicando: Después de todo (2001), Para otros es el cielo (2004), Siempre fue invierno (2007), El prestigio de la belleza (2010) y Lo que no tiene nombre (2013), esta última en referencia a la sentida pérdida de su hijo. Ha ingresado también en la dramaturgia con cinco piezas teatrales entre las que destacan Gato por liebre (1991) y Sanseacabó.

     La poeta Piedad Bonnett participará en el II Festival Internacional de Poesía de Lima, que se llevará a cabo en julio, aquí algunas de sus anécdotas y comentarios en torno a la poesía y al quehacer poético.


1. Piedad, naciste en Amalfi, una pequeña ciudad rural de los Andes, y a los ocho años te mudaste a Bogotá, la ciudad capital. Desde tu primer poemario, De círculo y ceniza (1989), delineaste a grandes rasgos algunas características esenciales de tu obra. El regreso a los orígenes, el hurgar en la memoria para hallar referencias de tu infancia, recordar a las personas con quienes te criaste y han fallecido, etc. ¿Qué tan presente están los recuerdos de tu vida en Amalfi en tu poesía? ¿O esos recuerdos de infancia trasladados a tu poesía se refieren más a tu niñez en Bogotá?
Los recuerdos de mis primeros ocho años en Amalfi, el pueblo remoto donde nací, ocupan una buena parte de mi poesía: en ella hablo de mis primeros contactos con la idea de la muerte, con la belleza, con la imagen de un Dios castigador que de alguna manera se liga con la figura de mi padre y, en general, con lo masculino como una instancia de poder y autoridad; también aludo a la violencia política que nos cercaba, y también con la pérdida a la hora de migrar. La infancia en Bogotá sólo la evoco en una novela, El prestigio de la belleza.
2. En relación a tu manera de escribir y si no es indiscreción, ¿creas estructuras y luego poemas para darles contenido o los escribes de modo independiente esperando que el tiempo o alguna característica particular le dé una unidad orgánica a cada poemario? ¿Corriges mucho antes de publicar?

No, los libros se me hacen, para decirlo de algún modo. En los comienzos escribía libremente mis poemas, sin ceñirme a un tema ni a una estructura. Después de un tiempo, leía aquel compendio e, inevitablemente, me encontraba con que había escrito a partir de unas obsesiones y, por tanto, había ya una unidad natural. Sacando algunos poemas podía darle una estructura al libro, estructura que, casualmente, siempre fue tripartita.

     A partir de cierto momento, me fui inclinando a escribir obras cuyo núcleo estaba constituido alrededor de un tema que se me imponía: el cuerpo, la casa, las herencias. Pero nunca de forma programática, sino a instancias de la necesidad; y siempre con partes complementarias, nacidas de otras preocupaciones. Hay que decir que creo que, más que la temática, lo que le da unidad a un libro es la voz del poeta.

     Así como una novela la corrijo muchas veces, sometiéndola a varias lecturas, los poemas casi no los corrijo, y eso se debe a que no paso de un verso a otro sino cuando estoy enteramente satisfecha.

3. ¿Qué lecturas crees que han sido capitales en tu oficio de escritora, de poeta? Pienso en algún o algunos libros que hayan generado una influencia mayor en ti. ¿Qué poemarios o autores te han marcado y de qué manera?

Son muy numerosas, claro, pero creo poder hacer una lista de lo fundamental. Muy joven descubrí, con Antonio Machado en la poesía y con Isak Dinesen y Marcel Proust en la prosa, el valor de lo sutil y lo delicado. Más tarde me apasioné, por lo mismo, con Nabokov y John Banville. Los norteamericanos me enseñaron a narrar: Capote, Carson McCullers, Faulkner.

     César Vallejo y Neruda en Residencia en la Tierra, me abrieron todo un camino poético, que luego se afirmó con la poesía de Blanca Varela. La Szymborska y Philip Larkin han tenido resonancia en mis dos últimos libros. Y también dos narradores: el checo Bohumil Hrabal y el austriaco Thomas Bernhard.

4. Piedad, la situación socio-política colombiana está, desde hace varias décadas, muy convulsionada. La guerrilla es un tema recurrente en las noticias y en la vida de los colombianos. En ese sentido, ¿aquella situación dificulta el desarrollo del ámbito cultural colombiano y, esencialmente, del ambiente literario? ¿De qué manera ese conflicto social ha influido en la poesía colombiana y en tu poesía en especial?

Creo, con Vargas Llosa, que los escritores nos alimentamos de la carroña. La violencia es un tema que los poetas y novelistas colombianos no podemos eludir, a pesar de los peligros literarios que entraña su representación. El conflicto colombiano lo abordo en una sola de mis novelas, pero es motivo importante en algunos poemas míos.

     Por otra parte, creo que en Colombia la cultura se ha tornado en una forma de resistencia: tenemos muy buenos grupos de danza, unas artes plásticas muy vigorosas, y festivales de poesía, teatro, música, que atraen numeroso público. Y no sólo en Bogotá, sino en muchos otros lugares, encontramos pequeños pero significativos esfuerzos culturales.

5. A la par de escribir, mantienes una labor como promotora cultural, literaria, destinada a la crítica y a la difusión de la poesía colombiana, por ejemplo, en publicaciones como Imaginación y oficio, entrevistas críticas a poetas colombianos (2003). ¿Cuáles dirías que son las características esenciales de la poesía contemporánea colombiana? Y a grandes rasgos, ¿qué diferencia a la tradición poética colombiana de la poesía que se hace en otros países de la región?

No creo que se pueda hablar de unas características esenciales de la poesía contemporánea en Colombia. Más que tendencias, encontramos voces individuales muy particulares.

     Ahora bien: hay poetas que se inclinan por una poesía austera, lacónica. Otros que siguen la línea de lo irónico, lo coloquial, lo prosaico. Y también hay poesía de reminiscencias surrealistas, más verbosa y llena de imágenes.

Pero creo que la nuestra es una poesía que nunca se ha inclinado a lo experimental, que es más lírica que intelectual, y que casi nunca es barroca, como cierta poesía argentina o mexicana o incluso peruana.

6. Eres poeta, pero también has incursionado en otros géneros literarios con bastante éxito. Has publicado novelas, piezas teatrales y ensayos. Habiendo incursionado en todas estas ramas de la literatura, ¿con cuál te sientes más cómoda, o cuál sientes que te permite expresar mejor lo que intentas decir? ¿Por qué volver, en todo caso, a la poesía?
Creo que no hay género en el que un escritor se sienta verdaderamente cómodo, porque la incomodidad y la incertidumbre son inherentes a la creación artística. Pero la mayor plenitud me la da la poesía, porque creo que soy propensa al pensamiento analógico, y porque su escritura me proporciona una sensación de intensidad y me permite sorprenderme de mis propios hallazgos.
7. Vas a participar en el II Festival Internacional de Poesía de Lima. Has participado antes en varios festivales de poesía, incluido el de Medellín, el festival más grande de poesía del mundo. ¿Qué expectativas tienes de este nuevo festival en la región, es primera vez que vienes al Perú? ¿Conoces algo de la poesía peruana?

Mis expectativas son altas y diversas, y sé que no van a defraudarme. No es la primera vez que voy al Perú: de hecho, conozco medio país, y su cultura me apasiona. Considero la poesía peruana una de las mejores de América, y me precio de conocerla muy bien. Y mis nexos con ustedes son profundos: tengo numerosos amigos peruanos, casi todos escritores y tuve una entrañable amistad con José Watanabe, cuya muerte me dolió enormemente.

     Por mis dos cuñados, que son peruanos, conozco muy bien la comida peruana, hasta el punto de saber preparar algunos platos. Y uno de mis hermanos, cineasta y novelista, hizo el documental de Vargas Llosa siguiendo los pasos de Flora Tristán.

8. Para finalizar Piedad, ¿quisieras añadir algo más? ¿Quizá contarnos algo de algún nuevo proyecto de publicación?

Estoy en una breve tregua de escritura, después del lanzamiento de mi último libro, Lo que no tiene nombre, un testimonio sobre la lucha por la vida que dio mi hijo y que terminó en suicidio.

     Pero tengo tres proyectos poéticos ya comenzados. Uno es un libro que ya tiene título: Los hombres de mi vida, que ya me tiene, como decimos los colombianos, totalmente «encarretada».

Biodata

Piedad Bonnett. Amalfi – Colombia, 1951. Ha publicado en poesía: De Círculo y Ceniza (1989), Nadie en casa (1994), El hilo de los días (1995), Es animal triste (1996), Todos los amantes son guerreros (1997), No es más que la vida (antología, 1998), Lo demás es silencio (2003), Tretas del débil (2004), Los privilegios del olvido (antología, 2008), Las herencias (2008) y Explicaciones no pedidas (2011); en antología: Imaginación y oficio, entrevistas críticas a poetas colombianos (2003) y El mundo según Gabriel García Márquez, antología de definiciones (2005); en novela: Después de todo (2001), Para otros es el cielo (2004), Siempre fue invierno (2007), El prestigio de la belleza (2010) y Lo que no tiene nombre (2013); en teatro: Gato por liebre, Que muerde el aire afuera, Sanseacabó, Se arrienda pieza y Algún día nos iremos; y en ensayo: ¿Cómo me hice novelista? (2005), Todos tan contentos (2006) y Fracasar cada vez mejor (2008).


Escrito por

FIP Lima

El FipLima es el evento de poesía más importante del Perú y uno de los más grandes de Latinoamérica.


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