Por: Mario Pera
Marcela Robles es una de las poetas peruanas más reconocidas de las últimas décadas. Se trata de una poeta insular, cuya poesía se nutre de sus diversas vivencias para desarrollar una lírica muy íntima y una visión muy particular del hecho poético.
En el ámbito literario, además de dedicarse a la poesía ha incursionado con éxito en la dramaturgia con obras como Mujer, modelo para armar (1986), Contragolpe (1992) o Una especie de ausencia (2000).
En el ámbito periodístico, se ha desempeñado como editora de la sección cultural de El Comercio y del cuerpo «Luces» de ese Diario. En 1996 recibió el premio del Global Media Awards Competition en su XVII edición por el que fue reconocida como mejor columnista. En 2004 publicó Sonríe mientras mueres, un libro compilatorio de sus mejores artículos periodísticos.
Entre sus poemarios más destacados se encuentran: Cómo escribirle a cualquier amante (1981), Extrema Unción (1990), Altamar (1999), Furyo (2003) y HighWay (2007). Su último poemario publicado es Hotel Planeta (2010).
Marcela Robles será parte del II Festival Internacional de Poesía de Lima, que se realizará próximamente en nuestra capital.
- 1. Marcela, creciste en la selva peruana, ¿cómo fue el crecer rodeada por la naturaleza? ¿Influye esa experiencia en tu poesía?
- Supongo que sí. Fue como si la naturaleza imprimiera su huella digital en mí. Todo lo que me rodeaba era tan intenso: los colores, los tonos inimaginables de verde, el olor penetrante después de la lluvia, los ecos del cafetal, siempre indescifrables. Todos esos elementos que viví «pata en el suelo» agudizaron seguramente mis sentidos desde pequeña. Y, por lo tanto, configuraron mi percepción del mundo y la belleza de una manera peculiar, distinta.
- 2. Sin duda, uno de los grandes temas de la poesía es el amor. He leído en alguna entrevista que te consideras bendecida por el amor. ¿Es el amor, esencialmente, el gran tema de tu poesía? ¿Marcela Robles y su poesía, giran en torno al amor?
- Diría que más bien es el amor el que gira a mi alrededor y alrededor de la poesía que escribo. Yo no elijo los temas, son ellos los que demandan su territorialidad y hay que atenderlos, porque si no te persiguen y se convierten en una obsesión. Entonces los acojo y me convierto en una especie de médium de mí misma, como dice la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi.
- 3. Desde que publicaste tu primer poemario, Cómo escribirle a cualquier amante (1981), han pasado varios años y varios poemarios. ¿Ha cambiado tu manera de vincularte al hecho poético? ¿En qué aspectos, en especial, crees que ha cambiado tu poesía desde aquellos primeros años? Quizá en la temática, las formas de la expresión, etc.
Principalmente ha cambiado el manejo del lenguaje y la estructura. Ahora tengo más respeto por las palabras que elijo en el poema, y por la manera en que construyo esa gran entelequia. Sería una traición no buscar la palabra justa. Si hay algo sagrado para mí, es la palabra, porque nos representa: esta soy yo, esta es mi manera de decir el mundo.
Como ha señalado el poeta Diego Otero sobre HighWay, uno de mis poemarios más recientes, el engranaje metafórico propuesto es, sobre todo, una estrategia conceptual que establece una distancia crítica entre el discurso de los afectos y los afectos. Eso me permite convertir, hoy, una palabra cotidiana en una palabra poética.
- 4. Marcela, ¿eres una poeta de estructuras? Es decir, en tu proceso creativo, ¿prefieres haces previamente algo así como un mapa del poemario para revestirlo con poemas posteriores, o simplemente escribes cada poema de modo independiente y esperas a que el tiempo u otro factor le de unidad a cada libro?
- Usualmente, primero surge un verso, así de pronto, como puede surgir una idea o una imagen. Y con suerte se convierte en un poema. (Salvo esos regalos de la inspiración que a veces se convierten en un poema de un solo tirón). Si el poema me llega a gustar, a emocionar; si encuentro que hay algo verdadero o valioso ahí, exento de retórica, busco suficientes ramificaciones o temas en él como para trabajarlos. O para proseguirme en ellos. Y eso me puede llevar a la búsqueda de una estructura que se convierta en un libro.
- 5. Por tu padre, Armando Robles Godoy, has estado muy vinculada a las artes escénicas, sobre todo, al cine y al teatro. El poeta, tal como el cineasta y el dramaturgo, se sirve de imágenes para lograr transmitir lo máximo de lo que se desea manifestar. ¿De qué manera se relacionan el cine y tu experiencia en el teatro con tu poesía? ¿Existe un vínculo que los una?
Son lenguajes distintos, técnicas distintas, tiempos muy distintos para desarrollar cada una de esas expresiones artísticas. El teatro y el cine requieren de mucha gente alrededor. Todo eso influye en la naturaleza de la creación y de alguna manera modifica el resultado final (a veces para bien, a veces no).
La poesía es un acto solitario. Pero, de hecho, el lenguaje cinematográfico me influenció fuertemente desde un inicio. Me dediqué al cine durante muchos años, y por eso mi poesía es sumamente visual. Si existe ese vínculo que los una, en mi caso es la poesía misma.
- 6. Trabajas en un medio de comunicación, has sido editora de la sección cultural de El Comercio y recientemente editora del cuerpo Luces de ese Diario. En los últimos tiempos, varios medios nacionales han restringido casi por completo la sección cultural, y la crítica literaria casi no existe en nuestro país. ¿Por qué crees que se da esto? ¿Quizá la poesía asombra menos en un mundo de medios masivos, un mundo mucho más visual inundado por la televisión, cine, internet, etc.?
Percibo dos o más preguntas en una. Y todos estamos empeñados en responderlas. Pero todavía no tenemos la distancia suficiente que nos dé una buena perspectiva para ensayar respuestas que no sean trilladas.
El mundo avanza a una velocidad sorprendente, y aunque es una teoría lanzada hace mucho tiempo, yo sigo creyendo en el shock del futuro del que hablaba Alvin Toffler. Él planteaba el shock cultural experimentado por alguien que no está preparado para verse inmerso en una cultura extraña. Esto ocurre cuando procedimientos conocidos que orientan al individuo en el pacto social son sustituidos por otros nuevos. Entonces se produce una desorientación causada por la llegada prematura del futuro, que no somos capaces de asimilar fácilmente.
La poesía (en su momento de gestación) requiere de silencio y de cierto estado contemplativo, y los tiempos de hoy se han acortado y no los permiten como antes. Pero hay que seguir buscando esos espacios.
- 7. ¿Cuál es tu canon poético peruano? Tu santísima trinidad de la poesía peruana y ¿por qué?
- No tengo canon ni santísima trinidad. Pero creo que Blanca Varela es la mejor poeta peruana, junto con Eielson, Vallejo y Moro. La lectura de su poesía explica en sí misma por qué.
- 8. Además de poesía has escrito teatro. ¿Con qué género literario te has sentido más cómoda? Asimismo, ¿qué te ofrece la poesía como género que no encuentras en el teatro y viceversa?
- Es una pregunta difícil de responder. Es como si le preguntaras a alguien que acaba de regresar del desierto y está sediento si prefiere limonada o agua. Cada género tiene su propia odisea, y jamás suelen ser cómodas sino todo lo contrario. Pero el teatro tiene algo muy emocionante, que es el diseño de los personajes que después se transforman, en manos de los actores, en criaturas de carne y hueso. Es fascinante. Pero, además, yo encuentro poesía en todas partes, porque la poesía es una forma de ser.
- 9. Serás parte del II Festival Internacional de Poesía de Lima. En una circunstancia poco vista en Lima, la inauguración del festival pasado reunió a más de 3000 personas. ¿Qué expectativas tienes de este festival atípico para nuestra ciudad? ¿Cuál crees que es la importancia de este tipo de eventos?
Bueno, la importancia de este festival tiene que ver justamente con la búsqueda de esos espacios de los que te hablaba hace un momento. Es como ayudar a detener el tiempo para concentrarse en lo que realmente importa. Un verdadero lujo.
Me entusiasma sobre todo el hecho de poder intercambiar experiencias y lenguajes con poetas que no conozco, y con su forma de ver las cosas. Es el momento del regocijo. De compartir esa suma de soledades en olor de multitud. Toda una fiesta.
- 10. Finalmente Marcela, ¿tienes algún nuevo proyecto de publicación en poesía, en teatro quizá? ¿Quisieras añadir algo más?
Estoy intentando escribir una novela. No sé si lo logre, se requiere de mucha paciencia, de una ardiente paciencia que no sé si tenga. O quizás sea una obra de teatro y no me he dado cuenta todavía. Es curioso, mi padre me decía muerto de risa que yo siempre ponía al medio el final de la obra. ¡Seguramente estaba apurada por terminarla!
Me temo que, en el terreno de la narrativa, padezco de la impaciencia del corazón de la que hablaba Stefan Zweig. Esa defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno que es la que no me permite completar cabalmente a mis personajes y acompañarlos hasta el final de su destino.
Biodata
Marcela Robles. Lima – Perú, 1952. Ha publicado en poesía: Cómo escribirle a cualquier amante (1981), Pozo de luna (1986), Deseo bajo tierra (1988), Extrema Unción (1990), No todo lo que brilla (1995), Altamar (1999), Polvo de Ángel. Poesía reunida (2000), Furyo (2003), HighWay (2007) y Hotel Planeta (2010). En teatro: Mujer modelo para armar (1988), Género desconocido (1990), Contragolpe (1992), Esa es la cuestión (1996) y Una Especie de ausencia (2000). Y en crónica periodística: Sonríe mientras mueres (2004).