Por: Mario Pera
Juan Diego Tamayo, es uno de los poetas colombianos contemporáneos de mayor proyección, pese a que hasta el momento sólo ha publicado un poemario en el que ha compilado su obra escrita entre los años 1986-1998 al que tituló Los elementos perdidos (2005), y poemas inéditos en revistas literarias, ello pues el grueso de su obra se encuentra inédita y a la espera de la pronta aparición en un único tomo de su obra poética que publicará, a fines de este año, el sello El Ángel Editor.
Es graduado de la facultad de Lingüística y Literatura de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, y obtuvo una maestría en Filología en el Instituto de la Lengua Española de Madrid.
Tamayo es uno de los fundadores del Festival Internacional de Poesía de Medellín, el más prestigioso y más grande del mundo, y ha participado en el mismo como poeta invitado, así como en otros festivales de poesía de la región.
El poeta Juan Diego Tamayo visitará Lima con motivo del II Festival Internacional de Poesía de Lima. En esta entrevista sus opiniones y comentarios.
- 1. Juan Diego, estudiaste lingüística y literatura en Medellín y una maestría en filología en Madrid. ¿De qué manera el estudio “formal” de la literatura ha contribuido con tu obra?
Antes de dar comienzo a mis estudios académicos ya venía leyendo poesía, narrativa, crítica; me interesaba la plástica, la música; en fin, todo aquello que tuviera que ver con las artes y con las manifestaciones estéticas y las construcciones y búsquedas espirituales.
Al comenzar mis estudios universitarios se fue dando la posibilidad de organizar muchas ideas y muchos planteamientos teóricos que, sin duda, me ayudaron en la fundamentación de los orígenes de los movimientos, las líneas teóricas y puntos de vista desde los cuales se puede leer una obra: estructuralismo, formalismo, la semiótica literaria, etc. Fue un aprendizaje importante. Digamos que me dio muchos elementos para acercarme a la obra literaria, a la poesía, a la crítica. Fue un proceso de formación que disfruté —y que disfruto mucho, no dejo de ser estudiante— y del que guardo una gratitud con mis profesores tanto de la Universidad Pontificia Bolivariana como con los de Instituto de la Lengua Española de Madrid; todos ellos siempre tan generosos, tan plácidos entregando sus horas largas de estudio a este ser curioso por la palabra que siempre querrá entender cuáles son los mecanismos que la hacen un hecho estético que puede perdurar en la memoria de los hombres y que se convierte en la memoria de los mismos.
Esto me ha servido para entender, en el momento de la lectura, la escritura y los matices sutiles de la escritura y su funcionamiento en los creadores.
En lo que respecta a la escritura que voy labrando, sinceramente, no presto atención a teorías o perspectivas críticas. No creo que si uno ha leído teoría literaria eso te llevará a la elaboración del gran poema. Seguro que eso influye algo en el manejo de lo formal, pero del contenido es otro asunto. En mí ya anidaba una forma del surrealismo, una cierta exquisitez de la palabra, una aventura de la imagen.
- 2. Tu poesía se basa en imágenes sugerentes que se muestran en un transitar por un mundo lleno de texturas y visiones como símbolos con los que retratas tu mundo interior. ¿Cuáles son, en tu opinión, las características esenciales de tu poesía, tus temas fundamentales?
Me gusta que diga que «se basa en imágenes sugerentes», eso es exactamente lo que he buscado en mi poesía. Siempre he dicho a coro, con Gaston Bachelard, que «crear una imagen es dar a ver». Y mi entrada en la poesía fue un dar a ver a través del mundo mágico de la fotografía. Mi padre era fotógrafo y yo podía entrar a su laboratorio alquímico de manera privilegiada. Ver el proceso del «revelado» de una fotografía fue para mí un momento mágico, único, irrepetible.
Luego, con mi acercamiento al surrealismo, comprendí que esa posibilidad de la imagen sugerente me reafirmaba un camino que me llevaba a pensar y sentir, que ese era el sendero por el cual transitaba mi palabra; los poemas que estaba ya escribiendo. Así que me interesaba leer todo aquello que me «mostraba» un mundo interior construido no desde la realidad como tal, sino como una realidad posible y elaborada con la fineza de la palabra.
Leí y me encontré con poetas que iban en esta línea; encontré a Vicente Huidobro, Odiseas Elitis, Octavio Paz, a los surrealistas, a Rosamel del Valle, Humberto Díaz Casanueva, entre otros. Me interesaba por todos los poetas y de todos ellos aprendí infinidad de líneas paralelas en las cuales las palabras construían un universo imaginario y posible. Toda lectura en este sendero del bosque me deslumbraba; era una suerte de hechizado en esos giramundos del destierro en el que vive el poeta y el creador: un mundo para sí y que luego va compartiendo y con quien va encontrando sus afinidades electivas.
De esta manera fui asimilando un mundo verbal para transmitir mi mundo interior: la noche, la soledad, el olvido, el tiempo… pequeños temas que ni sabía que estaban allí, pero eran los que me hacían crecer, los que me hacían uno con la soledad y lo cromático de la vida misma. Era el color de la alegría y de la vida sugerida; aquello inalcanzable pero que se puede compartir; tal como es la poesía en la extensión de su soledad: una comunión donde las palabras son los puentes uniéndonos en el sueño misterioso de un vocablo que nos va tejiendo.
Por eso, si me hablas de cuál es la esencia, te respondería: la libertad de las palabras creando la imagen para que podamos ensoñar.
- 3. Pese a que estás vinculado a la poesía desde muy joven, hasta el momento has publicado un único poemario, Los elementos perdidos (2005). En tu poesía se nota un gran cuidado por la expresión, por el uso de la palabra. ¿Esto último incide en tu decisión de no publicar otros poemarios por el momento, o se debe a otros factores?, considerando que he leído que mantienes inéditos los poemarios: Palabra Espejo, Trazas del Bosque y A una Ciudad.
Los elementos perdidos (2005) es una recopilación de poemas desde 1986 a 1998. Muchos de esos poemas fueron publicados en revistas gracias a la generosidad del grupo de Prometeo, y al cuidado de Fernando Rendón y Ángela García. También publiqué algunos de ellos en la revista Punto Seguido por vía de la ensoñación de Jhon Sosa, Luis Fernando Cuartas y Óscar González quienes cuidan el surrealismo como un prisma zodiacal. Los otros poemarios se han publicado en internet por la paciente insistencia de Jairo Guzmán en su blog maravilloso Meridiano 75. Es difícil que te publiquen en este medio editorial, pues la poesía, lo sabemos, y yo no he querido ni sé que es lo rentable. Tampoco me interesa. Cuando escribo sé que es otro silencio que llega y otro silencio que comparto. No me he afanado por publicar, ni mucho menos de hacer de la poesía una página gris de ediciones.
Mis poemarios siguientes serán publicados en un solo tomo en el mes de diciembre del año presente: El Ángel Editor ya está comprometido para ello, y tengo a una buena amiga que sueña el poemario desde hace mucho rato; María Eugenia Betancourt le va a dar el toque que necesita esta publicación, igual al cuidado de Tarsicio Valencia: en ellos encontraremos paciencia, lluvia y más que todo, un sentido de depuración estética. Los libros van llegando; y más los míos que se mueven en el silencio de sus sílabas sugerentes.
Por eso voy trabajando al ritmo mismo que me lo impone el poema o la selección de poemas. No entro en crisis existenciales ni de melancolía si no escribo todos los días o de manera regular; sé y siento que interiormente el libro se está escribiendo, que se va conformando en un ritmo, en imágenes, en atmósfera. En su momento se llega a la escritura y a ver aquello con lo que se ha caminado un buen tiempo.
- 4. Has sido cofundador del que quizá es el festival de poesía más importante del mundo, el reconocido Festival Internacional de Poesía de Medellín. ¿Qué recuerdos tienes como coorganizador de esas primeras ediciones y luego como poeta invitado?
Hablar de los orígenes del Festival Internacional de Poesía de Medellín, es hablar de un proyecto espiritual y de una bella tentativa de resistencia y permanencia frente a la violencia de esos tiempos. Yo tenía veinte años y era un privilegiado que siempre agradece a esos poetas que me acogieron y que creyeron en mí disposición al proyecto en ciernes y al lanzarnos a una aventura y yo con ellos.
Fernando Rendón, Ángela García, Gabriel Jaime Franco, Jairo Guzmán, J. Arturo Sánchez, Luis Eduardo Rendón, y otros tantos. Éramos una luz maravillosa iluminando de poesía una ciudad que estaba azotada por la violencia, pero ávida de palabra, de imagen, de nuevos caminos para el espíritu. Un grupo de una fuerza vital incontenible. Claros en la proyección de una reunión de poetas en donde la palabra era clave para levantar y enaltecer, no sólo a la ciudad de Medellín sino también a quién nos visitaban; muchos de los poetas luego regresaron a su país y recibieron el más alto honor dado por su patria.
Poco a poco el Festival de Medellín se fue convirtiendo en el más importante del mundo, y a eso contribuyeron tanto los poetas mismos, como la generosidad y el anhelo de palabra viva y fecundante de quienes la habitan. Hoy por hoy, el Festival De Poesía de Medellín es patrimonio de la humanidad, y así debe ser reconocido, y todos los poetas lo saben y lo hacen saber. Es la fuerza espiritual más grande de la creación; la memoria más vital de los hombres que nunca podrá desaparecer.
También ha sido un punto de reunión, aprendizaje, proyección. Vivir esta experiencia es vivir en la plenitud de la palabra con todos sus matices, con todos sus aciertos y esperanzas. Allí conocí y conoceré a los grandes hombres de la palabra que han sido mis maestros, mis cómplices, mis amigos silenciosos. A ellos todos los sigo admirando y me siguen dando luces en el devenir de los días. A ellos mis agradecimientos siempre.
- 5. En relación a la pregunta anterior Juan Diego, ¿cuál es la importancia de la realización de festivales de poesía? ¿Todo se atiene a vincular en mayor grado al público con la poesía, o hay algo más que aportan los festivales artísticos de este tipo?
En el xx Festival Internacional de Poesía de Medellín, el poeta Renato Sandoval me dijo que cuando llegara a Lima realizaría un Festival de Poesía. Bien recuerdo que le dije que era perfecto hacerlo, pues Perú es un país de poetas. Pues bien, después me encuentro con que hacen el primer Festival y asisten a la inauguración cuatro mil personas. No me extrañaba. Lima constata que es una ciudad dada para la poesía y que es ejemplo, como Medellín, de que se hagan en todas las capitales Festivales de poesía.
Nuestra América es un continente sostenido en la gracia de la poesía. América ha renovado la literatura del mundo; la poesía de nuestro continente es bálsamo de imágenes, narrativas, plástica, dramaturgia. Hemos puesto en escena lo que sabemos hacer: crear. Y nuestra creación, que en principio es algo inmaterial, es a fin de cuentas el intangible más valioso para todos los pueblos.
Hemos dejado la sangre, hemos vivido dictaduras, guerras civiles, desapariciones, desplazamientos, etc. pero allí están siempre los creadores con su bandera del espíritu ennobleciendo a su pueblo y haciendo grande la memoria. Crear es volver a vivir, y recuerdo mucho a Lezama Lima cuando nos dice: «Todo está dado para un nacimiento».
América, si la sabemos cuidar, si revisamos bien nuestra historia y no caemos en las trampas de la política, será por fin la gestadora de una nueva luz para la humanidad.
- 6. Los espacios para la literatura cada vez son menores. Has sido parte de la revista de literatura Prometeo, como miembro del consejo editorial, revista que con 28 años de existencia es una de las publicaciones literarias vigentes de mayor importancia. ¿En qué medida los medios de comunicación, periódicos, revistas, etc. deben cumplir un rol de difusión respecto a la literatura?
Los medios de comunicación han sido muy pobres en la difusión de la cultura. Pero ahora con las nuevas tecnologías se da la posibilidad de que la cultura amplíe sus marcos de referencia.
Pienso que hay una democratización de las comunicaciones. Podemos enviar poemas, mensajes de solidaridad, podemos ser más hermanos a través de las redes sociales: todo es cuestión de método y voluntad. Ahora podemos compartir más los logros estéticos, y los medios que tenemos nos dan una posibilidad de crear una pedagogía (paideia) de la estética y una renovación del espíritu. Podemos aprovechar estos mecanismos para construir un lenguaje más fresco, más renovador; que enaltezca la palabra y que las fuerzas conjuntas de los pueblos se hermanen más, así como la gota forma la ola los seres puedan avizorar su llegada a una playa más tranquila, más sosegada, más luminosa: eso es lo que busca el espíritu y sólo por esto el espíritu de los hombres ha sobrevivido. Yo lo llamo creación.
- 7. Eres uno de los poetas extranjeros que van a participar en el II Festival Internacional de Poesía de Lima. ¿Conoces la poesía peruana? ¿Qué expectativas tienes de este nuevo festival en la región?
Tengo muchas expectativas frente a este Festival. El grupo de invitados es de una calidad importantísima. Desde el primer Festival se vio la huella que va imprimiendo este evento.
Así es que se empieza. Tengo la expectativa del origen; de cómo puedo, desde mi experiencia, ayudar a fortalecer este proyecto. No quiero estar sólo como poeta, ya me inscribí también como voluntario –y sé qué todos lo somos-. Pero voy representando no sólo a un país, sino también en representación del Festival de Poesía de Medellín, desde donde siempre hemos querido crear Festivales en todo el mundo. No olvidemos que somos una fuerza ya constituida por el Movimiento Poético Mundial, y que estamos fortaleciendo lazos entre todos los Festivales de América y del resto del mundo.
Si me preguntas por la poesía peruana es como si me preguntaras por padres y hermanos conocidos. Eguren: su música, sus pinturas y su profundidad. Luego Vallejo, que me dio una y otra vuelta a la vida; recibí a Javier Sologuren en el aeropuerto de Medellín y fue poesía a primera vista. Hablamos durante todo el Festival –él tan silencioso y yo más-, pero fue perfecto. Después la felicidad de leer a este poeta enorme: sus palabras son un cristal que hace relucir la noche. Nos intercambiamos algunas cartas, algunos elogios.
También recibí en el aeropuerto a Blanca Varela; Una luz de alegría indomeñable, un corazón tierno y bondadoso: una esencia que nos dejó sus ópalos de furia y ternura y de los que aprendimos mucho. Blanca Varela me dijo: «la poesía para vivirla hay que sufrirla».
Sí, ya había leído a César Moro: Me regaló y me inspiró imágenes como cuando se cae una copa de champan a los pies de un arco iris nocturno; siempre vuelvo a sus poemas y encuentro la riqueza y plasticidad de su alfabeto enfurecido.
No puedo dejar de lado a Jorge Eduardo Eielson. Poeta de una factura singular; poeta en la música, plástica, fotografía: poeta total que nos vuelve a recrear en el lenguaje la fibra de nuestra lengua ya trazada por Góngora, Quevedo, Lope de Vega, pero traída a nuestros tiempos de penurias y ambivalencias.
Otro referente importante es Emilio Adolfo Westphalen, su poesía y sus textos críticos, su fascinación por la palabra que se escapa y que la atrapa en la suavidad del ritmo; me enseñó muchas cosas que no sabría ahora explicar.
Con Antonio Cisneros tuve una buena empatía tanto en la poesía como en el fútbol; ahora releo sus poemas y en la memoria y en la distancia festejo el poder conocer una poesía tan fina, original y rigurosa. Hemos lamentado mucho su partida, pero nos ha dejado una buena alegría con sus poemas.
Pero dejo una línea aparte para hablar de Francisco Bendezú. Su lírica, sus imágenes, su ritmo… he preguntado por qué no lo publican, ni se sabe nada más de él… es, para mí, uno de los grandes poetas de su momento y de todos los tiempos, lo que uno diría un poeta total: infinito. Esperamos que se pueda difundir más su obra; de verdad se lo merece.
He leído con cuidado la obra de Carlos Germán Belli, un poeta mayor, de alto vuelo y de marcadas resonancias que me invita a ver la vida de una manera más tranquila y sosegada.
De Renato Sandoval leo desde hace unos dos años su poema Nostos tan lleno de imágenes, tan sugerente; es un viaje por la palabra; tan lleno de luz, de evocaciones. Comparto con Eielson cuando dice que Nostos es «una de las más felices realizaciones poéticas de los últimos años». Una aventura singular por la vida; un tramado de evocaciones.
Biodata
Juan Diego Tamayo Ochoa. Medellín - Colombia, 1968. Licenciado en Lingüística y Literatura (U. P. B). Magíster en Filología Hispánica. (Instituto de la Lengua Española de Madrid). Ha publicado el libro de poemas: Los Elementos Perdidos (Poemas. 1986- 1998). Cofundador del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha sido invitado a diferentes Festivales Internacionales de Poesía. Ha realizado múltiples talleres de poesía y apreciación poética.
Integra el consejo de redacción de la revista Prometeo. Dirige el programa radial La Rama Dorada, Arte y Literatura del Instituto Tecnológico Metropolitano. Poemas suyos han aparecido en las revistas especializadas de poesía: Prometeo, Misterio Eleusino, Imago, Punto Seguido, y en la página electrónica de Poetry International Roterdam. Tiene inéditos los libros de poesía: A una Ciudad, Traza del Bosque, De Oscura Ceniza. Sus poemas se han traducido parcialmente al inglés, francés e italiano. Se desempeña como catedrático en varias universidades de la ciudad de Medellín.