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«Siempre supe que el primer libro de todo poeta es definitivo»

Una entrevista a la poeta Aleyda Quevedo

Publicado: 2013-06-19

Por: Mario Pera



La poeta ecuatoriana Aleyda Quevedo se licenció en comunicación social ejerciendo, desde ese entonces, el periodismo a la par de consultorías en temas de comunicación para el desarrollo, así como editora en periódicos y revistas de su país.

     A la par de esta labor, Quevedo ha desarrollado una obra poética desde muy joven. Publicó su primer poemario, Cambio en los climas del corazón, en 1989, cuando solo tenía 17 años. Desde aquella publicación el camino ha sido largo e intenso. Ha publicado otros poemarios como La actitud del fuego (1994), Espacio vacío (2001), Soy mi cuerpo (2006) y, últimamente, La Otra, la misma de Dios (2011).

     En 1996 recibió el Premio Nacional de Poesía del Ecuador Jorge Carrera Andrade por su poemario Algunas rosas verdes. Su poesía ha sido traducida a diversos idiomas, entre ellos, el inglés, hebreo, francés, alemán y portugués. Ha sido invitada a participar en festivales y encuentros literarios en países como Colombia, Perú, Chile, Argentina, España, México, Brasil, Venezuela, Nicaragua, Cuba, República Dominicana y Francia.

     La poesía de Quevedo observan una fuerza cimentada en el lenguaje, en la construcción de imágenes que nos descubren nuevas formas de entender mitos, la Historia, ofreciéndonos una manera distinta de concebir nuestra existencia. Su gran tema es el erotismo, haciendo del cuerpo humano el principal territorio por el que su yo poético explora sensaciones y emociones; no obstante, su visión poética va más allá del sexo, amor o erotismo como mero acto físico y lo trasciende, pasando a elaborar, a partir de estos, una mística pasional y sensorial en la que el acto, de por sí, se torna divino.

     La poeta Aleyda Quevedo nos visitará próximamente, con motivo de la realización del II Festival Internacional de Poesía de Lima. Aquí algunas ideas en relación al oficio del poeta y su historia personal.


1. Aleyda, empezaste a publicar muy joven, siendo aún adolescente. ¿Cómo veías el quehacer poético en aquel entonces? ¿Qué recuerdos tienes de esa primera publicación?

Tuve la suerte de nacer, bajo el cobijo de una pareja de padres amantes de la literatura, y eso me llevó a la intensidad de escribir poemas a los 13 años de edad. Escuchar a tu padre y a tu madre leerte cuentos, historias y fragmentos de biografías, en voz alta, va cincelando en tu interior un universo original que luego quieres volcar en un soporte.

     A los 15 ya tenía un buen puñado de textos y me inscribí en un taller de escritura. Al taller -que te inyecta el arte de la poesía como disciplina y ejercicio crítico- entré con la intuición de que el arte de la poesía es, fundamentalmente, una actitud y una forma de mirar el mundo para revelar cosas, y esa claridad, siendo tan joven, sin duda ha sido lo que me ha mantenido escribiendo un proyecto poético que lleva ocho libros y tres antologías personales.

     Ahora que tengo 41 años, pienso que he sido bendecida al encontrar tan joven mi camino dentro de la poesía y me reafirmo en él. Mi primer corpus de poemas apareció bajo el título: Cambio en los climas del corazón, iluminada por un verso de Dylan Thomas, se publicó en 1989 y fue como una marca de tinta permanente en el espíritu. Desde ahí siempre supe que el primer libro de todo poeta es definitivo.

2. Viendo en retrospectiva tu obra, que cuenta con siete poemarios y una antología, ¿hay un hilo conductor que trasunta tus poemarios? ¿Cuáles crees que son los elementos que unen a tu obra poética como corpus?

En mis ocho libros (siete publicados y uno inédito) hay un tejido que se ha ido anudando con hilos-latencias cimentadas en el amor, la muerte, el erotismo y en el lenguaje que emociona y piensa al mismo tiempo. Todo este tejido siempre pensado como un estallido que, en sus múltiples recovecos, va planteando diálogos éticos y estéticos.

     Pienso que la política es parte de la definición del arte, y creo profundamente que un escritor es lo que lee. Somos un universo de lecturas, libros y tradiciones literarias.

     Para mí la poesía es un territorio de libertad, la escritura es un ejercicio pleno de libertad y una búsqueda de respuestas. Éros y Tánatos quizá sean el centro de ese corpus. Y me interesa muchísimo, las palabras que guardan ese misterio que solo el lenguaje poético, las palabras que primero fueron un poema, te permiten revelar, porque el buen arte del poema siempre debe aventurarse por lo desconocido y lo subversivo, quizá por eso siempre me interesó y me sigue interesando el erotismo. Es que la imaginación, como vehículo de la sexualidad y la ruptura de tabúes en cuanto al cuerpo y el placer, siempre en todas las épocas, ha sido un tema que subvierte.

3. Como varios poetas contemporáneos, tu poesía en muchos momentos hace uso del cuerpo como imagen que te permite aproximarte a otros temas, no por nada uno de tus últimos poemarios se titula Soy mi cuerpo. ¿Por qué el cuerpo? ¿En qué sentido o de qué forma el cuerpo es el elemento simbólico que, como punto de partida, te permite ingresar a los demás temas de tu discurso poético?

El estado del cuerpo y el estado del espíritu están íntimamente ligados al estado del arte y, como dije antes, todo buen arte tiene que ser subversivo. Desde el cuerpo se pueden tejer discursos siempre cuestionadores y altamente estéticos.

     Conectando todo esto, para mí lo erótico es una forma de llegar al conocimiento. Y ese conocimiento comienza por tu propio cuerpo, tus deseos, miedos y sueños. Reprimirse o negarse el sentir, el sentirte; o negarte el placer o la exploración de tu propio cuerpo, es perderte de un recurso que es crucial para llegar a conectarte con tu espíritu, tu cabeza y tu piel. El amor y el placer, así como lo sensorial y la creatividad son parte esencial de toda mujer, de todo artista y todo ser humano. Los diversos registros de lo erótico y del cuerpo como territorio simbólico y artístico, sus tonalidades y lenguajes, me permiten acceder a una fuente inagotable de inspiración, de conocimiento y de autoexploración, no solo física, sino muy especialmente espiritual.

     Lo erótico siempre está vinculado al poder y a la «bio política», así que creo que sin lo erótico, no se puede entender el mundo contemporáneo. De ahí que uno de mis libros que más trabajo me ha llevado y mejores lectores me ha entregado, se titule: Soy mi Cuerpo.

4. Además de periodismo, estudiaste una maestría en gestión cultural y políticas públicas. ¿Existe un apoyo real del estado ecuatoriano dirigido al desarrollo cultural de tu país? Pienso aquí, especialmente, en el ámbito literario y poético.

Estudié periodismo y culminé la carrera con una licenciatura, pensando que iba a encontrar respuestas y una manera de estar cerca de la escritura y así ganarme la vida, cosa que con la poesía era y sigue siendo imposible. El periodismo lo vengo ejerciendo por más de 17 años y me ha dado la estabilidad económica para seguir trabajando mis proyectos con la poesía.

     Luego vino la necesidad de manejar ciertas herramientas y metodologías, que vuelvan más eficaz y efectiva la gestión cultural, los productos culturales y la reflexión seria sobre las políticas culturales y la vivencia de los derechos culturales. A pesar de que en el Ecuador de los últimos 6 años las cosas han cambiado para bien, en el sector cultural aún falta muchísimo por hacer, debatir y pensar.

     Creo que la literatura ecuatoriana, especialmente la poesía, necesita de verdaderas y reales políticas de Estado que se encarguen de difundirla y promocionarla, hay que invertir en industrias culturales y en un circuito dinámico para formar lectores, difundir libros y autores y crear redes de festivales, ferias y mesas de debates en todo el Continente.

     Creo que se requieren becas serias y apoyos estatales que incentiven la escritura de poesía y, desde luego, hay que apostarle a un sello editorial que invierta en los autores de poesía. Solo entonces la literatura ecuatoriana, ya sea de temática erótica, ya sea que esté escrita por un hombre o por una mujer, tendrá el lugar que merece en el mundo.

5. Aleyda, además, de escritora te desempeñas como periodista y editora. ¿Cómo ves la situación del periodismo cultural en Ecuador? ¿Los medios de comunicación ecuatorianos manejan suplementos literarios, se ocupan del quehacer poético?

El periodismo cultural es lo que más falta hace en nuestros países, y es lo que primero se elimina en los grandes medios de comunicación, que han decidido apostarle al entretenimiento banal y a la cultura del espectáculo pasivo.

     En mi país es lamentable el papel de la televisión frente a la cultura y a la formación de públicos que aprecien y estén sensibilizados hacia las diversas manifestaciones artísticas. Existen algunas revistas de circulación reducida y dos que tres revistas digitales dedicadas a la cultura. La verdad es que este es un gran reto que tienen los medios de comunicación en mi país y en América Latina.

     Hice periodismo en diarios y revistas y siempre estoy escribiendo reseñas, críticas y reportajes que tienen que ver con la cultura y el arte, y cada vez es más complicado encontrar espacios para la publicación y espacios que te paguen por lo que produces. La apuesta debería ser por una comunicación y un periodismo cultural que produzca más evocaciones que la información que transmite. Es en el procesamiento de las evocaciones, desde un ejercicio creativo del periodismo, donde se van formando lectores y públicos que aprecien el arte y se conviertan en seres sensibles. Solo con un periodismo cultural creativo y evocador logras tener un público participativo y receptivo al arte.

6. En tu país hay una tradición poética importante. Están los poetas consagrados como Medardo Ángel Silva, Aurelio Espinosa Polit, Jorge Carrera Andrade o el famoso Jorge Enrique Adoum; así como los contemporáneos Iván Carvajal o Roy Sigüenza. ¿Influye en tu poesía esa tradición? ¿Qué poeta (s) ecuatorianos son los que más han incidido en tu poesía?

A lo largo del tiempo que llevo escribiendo poesía y haciendo periodismo, he llegado a la certeza de que una es lo que lee. Son los libros que uno lee los que van perfilándote como escritor, como lector, como viajero… Las lecturas modifican y amplían tu sensibilidad y maneras de ver el mundo; las lecturas construyen una actitud de vida pero, además, las cosas que leemos y cómo nos apropiamos de ellas nos convierten en lo que somos y cómo enfrentamos la realidad y los retos de la vida.

     Comencé mis lecturas de poesía cuando tenía 13 años de edad y lo primero que llegó a mis manos fue la poesía de César Vallejo. Luego llegaron los poemas de Blanca Varela, Góngora, Francisco de Quevedo, los poetas norteamericanos que sigo releyendo y adorando: Whitman, Cummins, Robert Frost, Williamns Carlos Williamns, Silvia Plath, y claro, otros indispensables: Cavafis, Pessoa, Ferreira Gullar, Jaime Sabines, Octavio Paz, Gonzalo Rojas, Marosa Di Giorgio, Manuel Bandeira, Borges, Jorge Carrera Andrade, José Antonio Ramos Sucre, Alejandra Pizarnik, Seamus Heaney, Lezama Lima, Fina García Marruz, Lee Masters, Emily Dikinson, Ives Bonnefoy, Blaise Cadrains, Adonis, Ana Ajmátova.

     He mencionado mis lecturas de poetas porque es la poesía, quizá, lo que modestamente más he leído y la que siempre quiero seguir leyendo. Sin embargo, me encantan las novelas y siempre estoy devorando las crónicas periodísticas y todo lo que maestros del nuevo periodismo, como Kapusisky y los narradores versátiles como Horacio Castellanos Moya, Leonardo Padura, Haruki Murakami o Steing Larsson, me pueden aportar.

     Cuando una se convierte en lector de poesía, todo cambia; es decir, creo que las lecturas de poesía te modifican de manera más extrema sobre las maneras y miradas de ver y comprender el mundo. La tradición de la poesía ecuatoriana es notable y reconozco que me han influido muchísimo poetas como Jorge Carrera Andrade, César Dávila Andrade, Ileana Espinel, Efraín Jara Idrovo, Javier Ponce, Jorge Martillo y Edwin Madrid. Estos son mis poetas favoritos de la mitad del mundo y siempre vuelvo a ellos con la avidez de una lectora ardorosa que los descubre por primera vez.

7. ¿Conoces algo de la poesía peruana? ¿Algún autor en especial?

Mi infancia la pasé en un pueblito en el sur de mi país, en la provincia de Loja, y las vacaciones con mis padres y hermanos las hacíamos a las playas de Piura, Zorritos, Máncora y al recorrido por los desiertos peruanos. En uno de esos viajes, cuando tenía 12 años, llegué a la poesía con César Vallejo, y luego fui descubriendo a la maestra Blanca Varela, poderosa influencia sobre mi trabajo. Admiro y adoro a poetas como José Watanabe, Jorge Eduardo Eielson, Antonio Cisneros; tengo amigos poetas que quiero mucho, sigo y leo como Arturo Corcuera, Eduardo Chirinos, Enrique Sánchez Hernani, Rocío Silva, Carmen Ollé, Luis La Hoz, Roxana Crisólogo, Melissa Ghezzi y María Luisa del Río; tuve la suerte de conocer en el 2001 a Leoncio Bueno; y leo a un amplio conjunto de poetas jóvenes que me gustan muchísimo.

     De otro lado, admiro y quiero mucho al narrador Fernando Iwasaki, somos viejos amigos, y he tenido el honor de que él escriba el prólogo a una antología casi completa de toda mi poesía, se trata de un volumen de unas 244 páginas que lleva por título: El cielo de mi cuerpo y será publicada en Cuba en un par de meses más.

8. Eres una de las poetas invitadas al II Festival Internacional de Poesía de Lima (II FIP Lima). ¿Será la primera vez que visites Lima? ¿Qué expectativas tienes en torno a la segunda edición del festival?

El Perú y su literatura, así como su música, están en mí desde la niñez, creo que en esa época visité Perú por más de ocho ocasiones. Tengo amigos maravillosos en ese país y su enorme tradición literaria pesa mucho sobre mi obra y lo que soy. Desde hace años sigo la música de Susana Baca, Eva Ayllón y La Sarita. Además, mi libro La actitud del Fuego se publicó en 1994 en Lima con el prestigioso sello Ediciones de los Lunes, que llevan los poetas Luis La Hoz y Aída Alonso.

     Estuve en Lima en ese 1994 que fue inolvidable, y luego regresé en el 2001 invitada por Cornejo Polar a un maravilloso evento en la Universidad. En ese año visité Cuzco y Macchu Picchu con mi hermana menor. Regresar ahora, invitada a este estupendo Festival dirigido con la sapiencia del poeta Renato Sandoval es una suerte enorme, y ya quiero estar allá, en esta fiesta de la poesía del mundo entero.

9. Aleyda, finalmente, ¿alguna novedad en cuanto a publicaciones? ¿Estás trabajando algún nuevo poemario?

Acabo de finalizar un octavo libro de poesía que se titula: Jardín de Dagas y, afortunadamente, ya tiene editor y aparecerá en febrero del 2014. Este año aparecerá la antología El Cielo de mi Cuerpo editada por el Instituto Cubano del Libro.

      Trabajo en un libro de entrevistas a seis poetas del Caribe, avanzo lento con esto pero voy a paso seguro, de Cuba he logrado entrevistar a dos poetas estupendas que vienen de dos tradiciones distintas y poderosas: Carilda Oliver Labra y Reina María Rodríguez. Con un poeta ecuatoriano, que es además un amigo que aprecio mucho, estamos trabajando en una antología de poetas ecuatorianos nacidos entre 1970 a 1985, esto nos tiene muy atareados porque primero será virtual y luego sacaremos una edición impresa.

     Escribo un par de prólogos para libros de poetas que me gustan mucho; y ahora mismo preparo una entrevista que debo hacerle al Premio Alfaguara de Novela, el escritor José Ovejero. Estoy encantada leyendo La invención del Amor y armando la entrevista que será el 27 de junio en Quito. Tengo varias invitaciones para festivales de poesía en este año en Colombia, Puerto Rico y España.

2 POEMAS INÉDITOS

Nunca las vi detenidamente -aunque siempre estuvieron-  

y son las mismas a pesar de haber mudado de pétalos

y cambiado de tonos

Jamás es la misma flor luego del granizo

Algo modifica sus ojos secos y el destello del cáliz

tan misteriosamente dispuestas en el mismo jardín

Sus cuerpos me hablan cuando preparo mi daga

-cortes exactos- algo que parezca natural

Algo que congele la belleza de la pasiflora o el romerito negro.


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La poesía intensifica lo oscuro de mi espesura y lo vivido

De ahí que decidiera recluirme en el blanco de la casa

En el temblor del viento que mueve la hierba

En las líneas de palabras que como dagas

cortan el punto de la ternura y el sexo.

Biodata

Aleyda Quevedo Rojas. Quito – Ecuador, 1972. Ha publicado en poesía: Cambio en los climas del corazón (1989), La actitud del fuego (1994), Algunas rosas verdes (1996), Espacio vacío (2001), Música Oscura, antología (2004), Soy mi cuerpo (2006), Dos Encendidos (2008) y La Otra, la misma de Dios (2011).

     Mantiene inédito el poemario Jardín de dagas, y este año publicará un antología completa de su poesía bajo el título El Cielo de mi Cuerpo.


Escrito por

FIP Lima

El FipLima es el evento de poesía más importante del Perú y uno de los más grandes de Latinoamérica.


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